México busca el viento a favor en la tormenta de Trump
El balón de oxígeno de un TMEC sin aranceles y la presión del presidente de EE UU en materia de seguridad abren al país oportunidades en un momento de caos comercial mundial

“Pánico en los mercados mundiales”. “Jueves negro en las bolsas”. “China responde a la escalada”. “La Unión Europea advierte de que defenderá sus intereses”. “El presidente de la Reserva Federal da la voz de alarma”. Los titulares reflejan la vorágine: Donald Trump ha declarado una guerra comercial y de un manotazo ha cambiado el tablero de juego. El caos se ha apoderado de un mercado tan interconectado que parece imposible averiguar por dónde van a llegar los próximos golpes, incluso para Estados Unidos. En esa tormenta, aún de consecuencias imprevisibles, hay un país tratando de buscar el viento a favor. El día después de los anuncios arancelarios, la presidenta Claudia Sheinbaum daba su conferencia mañanera y celebraba una victoria parcial: “No hay aranceles adicionales para México y eso es bueno para el país”. El mensaje contrastaba con el de otros líderes; de puertas para fuera, en México todavía había motivos para el optimismo.
México ha empezado esta carrera con ventaja. Cuando Trump aprobó el miércoles un arancel mínimo del 10% para todos los países y un recargo que llega hasta el 20% para la Unión Europea, el 34% para China o el 46% a Vietnam, hacía casi tres meses que la Administración mexicana se movía al son de las amenazas tarifarias. El plan estaba claro: contentar al presidente republicano para conseguir un trato preferente. No es un misterio, este viernes, el propio Donald Trump ha dicho que está dispuesto a rebajar los aranceles a los países que le ofrezcan algo “fenomenal”.
El Gobierno de Sheinbaum lleva desde enero entregando resultados y recibiendo algunas palmaditas. “Hablé con la presidenta de México, una mujer maravillosa”, dijo Trump a final de febrero; “¡gracias, presidenta Sheinbaum, por tu arduo trabajo y cooperación!”, escribió en marzo, o “México está mejorando mucho”, reconoció hace solo unos días. La verdadera recompensa ha llegado esta semana cuando EE UU anunció que el TMEC, aunque era “el peor acuerdo de la historia”, se mantenía y que todos los bienes bajo este tratado de libre comercio quedaban exentos de gravámenes. “Eso es un logro mayor, no lo demos por sentado”, decía el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, que sacaba pecho y repetía: “La estrategia de la presidenta Sheinbaum ha funcionado”.
El plan de la presidenta de quedar mejor posicionados que el resto de países en este nuevo campo de juego ha traído consigo algunos resultados colaterales —como los avances en seguridad— y también un abanico de oportunidades —desde el nearshoring hasta una puesta a punto de la economía nacional—. Los expertos coinciden: el empuje externo y extremo de Trump ha acelerado “sin duda” los resultados en seguridad del Gobierno. “La presión y negociación llevaron a afrontar una asignatura pendiente del Gobierno, la de recuperar el Estado de Derecho, frente al avance del crimen organizado”, apunta el experto en relaciones internacionales de la Universidad Iberoamericana, Abelardo Rodríguez.
Sheinbaum apuntó en su programa de Gobierno que la idea era “apuntar a las causas” del crimen organizado, pero en la práctica, en estos últimos meses, los decomisos de fentanilo han alcanzado máximos históricos, se ha desarticulado con más de 30 detenciones las facciones en pugna del Cartel de Sinaloa —con especial daño a Los Chapitos— y se han hecho intervenciones en zonas calientes como Tabasco o Chiapas. Además, la militarización de la frontera, con más de 10.000 agentes de la Guardia Nacional, unido a la campaña de miedo y deportaciones de Trump, han hecho hundirse los cruces irregulares a Estados Unidos, que han caído más de un 90% en comparación con marzo del año pasado. El Gobierno tiene un buen aliciente para seguir con los avances: si se cumplen los acuerdos en materia de seguridad, combate al tráfico de fentanilo y migración ilegal, el impuesto del 25% para todo lo de fuera del TMEC puede reducirse a la mitad, según ha afirmado la Casa Blanca.
La primera buena noticia
México no lo ha librado todo. El presidente de Estados Unidos ha cambiado, de facto, las reglas del TMEC y ha impuesto aranceles sobre mercancías antes libres como automóviles, acero, aluminio o latas de cervezas. Sin embargo, igual que Canadá, tiene oportunidades que no tienen otros por su cercanía geográfica, la integración de proveeduría y sus descuentos en las tarifas. El ejemplo más claro es el nearshoring, la relocalización de empresas extranjeras en la frontera de México. El primer caso lo ha anunciado ya Marcelo Ebrard: “Me informan desde la sede global de Volvo en Suecia que han decidido aumentar la inversión programada en Ciénaga de Flores, Nuevo León, de 700 a 1.000 millones de dólares. La planta que hará camiones de carga iniciará su operación en 2026. ¡¡Buena noticia!!”.
Tras la inédita jornada del Día de la Liberación, BBVA afirma en un análisis que México está en una situación de menor proteccionismo frente a otros competidores, en particular con China, y esto abre la puerta a un relanzamiento del nearshoring y a una mayor integración entre México y Estados Unidos, en el mediano plazo. “Se generan incentivos a la inversión extranjera en otras industrias, dado que sería menos oneroso exportar esas mercancías desde México que desde países con gravámenes mayores”, explica el banco español. BBVA reconoce que los aranceles a las exportaciones mexicanas de automóviles, acero, aluminio y cervezas siguen teniendo un efecto negativo y, además, constituyen una violación al TMEC, por lo que esperan que las tarifas puedan ser revertidas en el corto plazo.
En esa misma línea, Adolfo Laborde, experto en comercio internacional del CIDE, indica que si los aranceles son de largo plazo la estructura del comercio internacional cambiaría sustancialmente y habrá una oportunidad para México de establecer una nueva oleada de nearshoring, dado que México deberá pagar menos aranceles que otros países asiáticos. “Sí habrá una oportunidad, pero, independientemente del Plan México, se necesita un programa muy ambicioso, con recursos, con gestores de atracción de esa inversión para que esta inversión extranjera aterrice en el país, porque no va a llegar sola”, remarca. Este plan, presentada a principios de enero, se modificó en estos tiempos de tormenta y ha elevado el listón a 18 metas clave, entre las que figuran el elevar la producción de automóviles, gasolinas y productos agrícolas, así como más inversión en electricidad, infraestructura hidráulica, carreteras y trenes. La idea va acompañada de la marca “hecho en México”.
Una puesta a punto
Esta situación de urgencia puede orillar al país a afrontar reformas que llevaba años postergando. “Por muchos años, la academia, el mundo industrial y las cámaras han avisado de que teníamos que hacer ajustes en la estrategia económica: por dónde teníamos que tirar en política industrial, mercado interno… Y era ‘siempre sí, pero luego’. En este momento ya es urgente, porque nosotros nos estamos salvando por ahora, pero no implica que vaya a ser así siempre, entonces es la oportunidad de que ahora sí empecemos”, apunta la economista de la UNAM, Isabel Osorio, que menciona algunos temas a poner a punto mientras dure el tanque de oxígeno: todo lo relacionado con las instituciones de Economía (desde mejorar la normatividad hasta cerrar las brechas de acceso en zonas rurales), aprovechar la diversificación de mercados (”tenemos 14 tratados de libre comercio con más de 50 países que podrían aprovecharse”), la apuesta por innovación y la tecnología, acompasado de un desarrollo sostenible.
Pedro Tello, experto en temas económicos, admite que México puede aprovechar la posición competitiva, pero también advierte de que para que esta ventaja se convierta en realidad es preciso crear las condiciones que permitan mejorar la certidumbre y disposición para invertir del sector privado, cuyo índice de confianza acumula tres meses a la baja. “México tiene elevadas probabilidades de entrar en recesión en el primer semestre del año y puede ser más profunda si la economía de Estados Unidos desacelera su crecimiento, como resultado de las represalias comerciales aplicadas por sus más importantes socios comerciales: China, Canadá y la Unión Europea”, refiere Tello.
Todos los expertos consultados coinciden: México ha librado una batalla, pero aún debe encarar los nubarrones económicos existentes. Esto es la desaceleración económica, la caída en la inversión productiva y el consumo, así como los efectos que ocasionarán los impuestos sectoriales existentes y sobre el 50% de las exportaciones mexicanas que, hasta el cierre de 2024, estaban fuera del TMEC. Las pérdidas y réditos para México aún están en la balanza, la guerra comercial apenas comienza.
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